OBERVA LOS VIDEOS:
RENACIMIENTO EN ESPAÑA
EL RENACIMIENTO ESPAÑOL
TEMAS
5-6: LA LITERATURA RENACENTISTA (SIGLO XVI)
1. EL SIGLO XVI
1.1. La
sociedad del siglo XVI
1.2. España
en el siglo XVI
1.3. El
Renacimiento
1.3.1.
El Humanismo
1.3.2.
Características básicas del Renacimiento
2. LA LITERATURA RENACENTISTA. RENOVACIÓN
DE TEMAS Y FORMAS
2.1. Temas
2.2.
Innovaciones formales
3. PRINCIPALES POETAS RENACENTISTAS
3.1. Garcilaso de la Vega (1501 h.-1536)
3.1.1.
Biografía
3.1.2.
Evolución poética de Garcilaso
3.1.3.
Los metros italianos
3.1.4.
Obra
3.1.5.
Estilo
3.2. Fray Luis de León (1527-1591)
3.2.1.
Biografía
3.2.2.
Obra poética
3.3. La
mística española: San Juan de la Cruz
3.3.1.
La mística española
3.3.2.
San Juan de la Cruz (1542-1591)
3.3.2.1.
Obra poética
3.3.2.2.
Temas
3.3.2.3.
Influencias
3.3.2.4.
Estilo
4. LA NARRATIVA RENACENTISTA
4.1. Los
libros de pastores o novelas pastoriles
4.2. Las
novelas moriscas
4.3. Otras
novelas
4.4. Las
novelas picarescas: Lazarillo de Tormes
4.4.1.
Aparición y triunfo del Lazarillo
4.4.2.
Edición y autoría
4.4.3.
Originalidad novelesca del Lazarillo
4.4.4.
Argumento
4.4.5.
Estructura
4.4.6.
Espacio y tiempo en el Lazarillo
4.4.7.
Temas
4.4.8.
La ironía y la crítica social en el Lazarillo
4.4.9.
El lenguaje del Lazarillo
5. MIGUEL DE CERVANTES (1547-1616)
5.1.
Biografía
5.2. Obra
5.2.1.
Cervantes, poeta
5.2.2.
Cervantes, dramaturgo
5.2.3.
Cervantes, novelista
5.3. El Quijote
5.3.1.
Edición de la obra
5.3.2.
Estructura de la novela
5.3.3.
Argumento
5.3.4.
Espacio
5.3.5.
Tiempo
5.3.6.
Personajes
5.3.7.
La narración y los narradores del Quijote.
5.3.8.
Lenguaje y estilo
5.3.9.
Propósito de la novela
6. EL TEATRO RENACENTISTA
6.2.
Segunda mitad del siglo XVI
TEMAS
5-6: LA LITERATURA RENACENTISTA
1. EL SIGLO XVI
Durante el siglo
XVI el capitalismo sustituyó al feudalismo en muchos lugares de Europa. El
campesino medieval, que pagaba al señor con parte del fruto de su trabajo, es
reemplazado por el obrero que trabaja por un salario. El trabajo de los hombres
se transforma en mercancía que se compra y se vende. El dinero se convierte en
la fuerza que todo lo puede. Este cambio supuso una auténtica revolución en la
mentalidad de las gentes:
- Auge de las
ciudades, donde es más fácil que circule el dinero.
- Auge del
comercio y la circulación monetaria con
el consiguiente auge de las vías y los medios de comunicación.
-Importancia
cada vez mayor de los bancos, las sociedades mercantiles, las explotaciones
industriales, etc.
Todas estas
transformaciones se producen con fuertes conflictos: revoluciones de
campesinos, guerras entre las nuevas naciones, aparición del protestantismo,
etc.
España fue un
país muy poderoso durante el siglo XVI, dueño de un extenso imperio. Pero la política imperial y las continuas guerras
exteriores acarrearon cuantiosos gastos que no se compensaban ni con las
riquezas procedentes de América.
La vida en
España era difícil y abundaban los mendigos y los vagabundos, como se puede
comprobar en el Lazarillo de Tormes.
La nobleza seguía ocupando el rango más alto en el escalafón social, pero había
grandes diferencias entre la alta nobleza (que conservaba todos sus
privilegios), los caballeros y los hidalgos. Todos ellos gozaban del privilegio
de no pagar impuestos y, por esta razón, los burgueses y funcionarios aspiraban
a conseguir al menos la categoría de hidalgo.
Uno de los
grandes problemas sociales de España era el de las minorías religiosas de judíos y moriscos. Gran parte de ellos
abandonaron España tras el decreto de expulsión, los que quedaron se
convirtieron en conversos que, en ocasiones, seguían practicando su religión en
secreto. Los conversos o cristianos
nuevos fueron discriminados por los cristianos viejos y muchas veces fueron
perseguidos por la Inquisición.
Con el valor de
la limpieza de sangre se relacionaba el sentimiento de la honra, que consistía en la apreciación pública de los méritos de
una persona. La amenaza de deshonra
exigía una vigilancia constante y, en caso de producirse, se justificaba el
recurso a la violencia.[1]
Teniendo en
cuenta la diferente situación política y cultural de los reinados españoles
durante este siglo, se suelen distinguir dos épocas:
1) Reinado de Carlos V ( 1517-1556): España está abierta a Europa y a sus líneas
ideológicas y vitales. Se generalizan el conocimiento y la imitación de los
modelos grecolatinos; la poesía entra en la corriente italianizante; se
incorporan las ideas platónicas; la moral pagana se manifiesta en una ola de
sensualidad; hay una gran preocupación religiosa.
Destacan tres
géneros fundamentalmente:
• La lírica: La influencia italiana, introducida por Juan Boscán
llega a su perfección con Garcilaso de la Vega (Églogas, Sonetos, Canciones). Cristóbal de Castillejo sigue
cultivando la lírica tradicional.
• La prosa narrativa: Se siguen
publicando libros de caballerías como el Amadís
de Gaula y Las Sergas de Esplandián
de Garci Rodríguez de Montalvo. Aparece la novela picaresca con el Lazarillo de Tormes.
• El teatro: Es un género cultivado desde fines del siglo XV. A Juan del
Encina se le conoce como el "patriarca del teatro español", porque
logra la síntesis de la tradición popular medieval con la nueva estética
renacentista, destaca la Égloga de Plácida y Vitoriano. Gil
Vicente muestra en sus obras la influencia renacentista (Auto pastoril castellano).
Gracias a la
boyante situación política española, el concepto de la vida refleja un tono
vital y optimista.
2) Reinado de Felipe II (1556- 1598) : España se cierra frente a Europa para evitar influencias de la
Reforma protestante. La Contrarreforma marca una etapa de esplendor de la
literatura ascética y mística.
En esta época,
el vitalismo de la primera va adquiriendo paulatinamente un tono grave y un
definitivo carácter nacional. Tenemos claros ejemplos en:
• La lírica: Destacan con luz propia Fray
Luis de León y San Juan de la Cruz.
• La prosa narrativa: La novela pastoril, con La Diana de Jorge de Montemayor; la novela morisca con El Abencerraje y la hermosa Jarifa
y las obras de Miguel de Cervantes.
• La prosa didáctica: Obras ascéticas y místicas de Teresa
de Jesús, ascéticas de Fray Luis de
Granada, y las ascéticas y místicas de Fray Luis de León y de Juan de la Cruz.
• El teatro: Sigue la corriente
tradicional. Lope de Rueda será el
creador del teatro popular con sus famosos Pasos
1.3. El Renacimiento
El término
Renacimiento define el periodo cultural y social posterior a la Edad Media,
cuando renace el interés por los autores griegos y latinos. La cultura, las
letras y las ciencias son una necesidad de los tiempos, favorecen el desarrollo
comercial y son muy útiles para el gobierno de los Estados. Así los reyes
conceden privilegios a las Universidades porque cumplen una función
imprescindible: en ellas se forman
juristas, médicos, etc.
1.3.1.
El Humanismo
El movimiento
cultural más característico del Renacimiento es el Humanismo. Partiendo de una
frase del poeta latino Terencio: Soy un hombre: nada de lo humano considero
ajeno, se afirma la posición central
que el hombre ocupa en el cosmos, hasta el punto de ser él mismo un
microcosmos, un ser en que todo el universo está reproducido en miniatura.
El Humanismo declara inválidas para las
necesidades humanas el sistema de valores vigente en la Edad Media, descubre en
el mundo clásico un pensamiento, un
arte y una literatura centrados en lo
humano. Tal descubrimiento de lo clásico es una consecuencia del cambio de
mentalidad.
Desde esta nueva
sensibilidad se trata de restaurar la cultura de la Antigüedad greco-latina,
para lo cual vuelven a poner en circulación los textos escritos que habían sido
ignorados o mal entendidos en el periodo medieval.
El Humanismo fue
un auténtico movimiento liberador del hombre en todos los órdenes. La
asimilación de los clásicos no será pasiva, genera un proceso creador, que,
partiendo de ellos, los supera. Así conducirá a una vida feliz, al goce de lo
natural, a la admiración de la virtud, a la activa participación en los
negocios humanos con un sentido de justicia y de libertad. Ello explica el
vitalismo del arte y la literatura renacentistas y el esplendor de cortes y
palacios, con sus fiestas y sus lujos. Se canta al amor y a los placeres, en
una sociedad alejada de lo medieval. Es una época de optimismo.
Se abandona la
idea medieval del mundo como un valle de lágrimas. La naturaleza es ahora sentida como un lugar de goce, elemento
natural del hombre, que debe disfrutar de ella. De ahí el tema tópico
renacentista: Carpe Diem! con el que los poetas incitaban al hombre a
aprovechar la vida con todos sus placeres. La naturaleza es ahora también
modelo de belleza.
El movimiento
humanístico se extendió por toda Europa gracias a los intelectuales y artistas
que iban a estudiar a Italia y regresaban después a sus países, a los numerosos
italianos que enseñaban en naciones extranjeras y por los intercambios de
personas que se producían ( políticos, eclesiásticos, militares, etc.) con
Italia.
Importancia
decisiva para la difusión del Humanismo va a tener la invención de la imprenta por el alemán Gutenberg (1400-1468). Para
muchos renacentistas este va a ser un hecho providencial ya que permitió el
acceso a libros a mayor parte de la población y la secularización de la
cultura.
1.3.2. Características básicas del Renacimiento:
a) Culto a la a antigüedad clásica
Se tomaron de la
antigüedad clásica modelos y formas de vida.
El mundo clásico descansa sobre una concepción
antropocéntrica y materialista de la vida, y su conocimiento supuso el
descubrimiento del hombre, de sus instintos y su razón, y de la vida material
con sus placeres y belleza que habían sido desterrados por la concepción
ascética del medievo.
El verdadero
humanista ambiciona equipararse a los clásicos, creando una obra comparable a
la que ellos realizaron. De esa admiración nace la defensa del latín y de las lenguas
vernáculas[2]
como medio más natural de expresión.
Ante a la
actitud teocéntrica del hombre medieval, el renacentista se sitúa en el centro del mundo. El renacentista se
siente capaz de dominar el mundo (los descubrimientos geográficos y científicos
demostraban la naturaleza al alcance del conocimiento humano), de controlar su
propia existencia. Se exaltan el poder
de la razón y el cultivo de la inteligencia, que convierten al hombre en un
ser superior. La idea de la época es que la razón debe dominar la pasión
mediante el equilibrio y la mesura.
La visión
totalizada del hombre dio lugar al concepto del cortesano: hombre que desarrollaba por igual sus facultades físicas
y espirituales y armonizaba el dominio de las armas y de las letras con las
buenas maneras cortesanas.
c) Neoplatonismo
La filosofía de Platón dominó sobre el aristotelismo
medieval. Este neoplatonismo señala
que la belleza de los seres naturales y materiales es un reflejo de la belleza
divina. Según Platón, existe un
“mundo de las ideas” donde reside la esencia ideal, perfecta, de cada cosa
existente. La belleza de un objeto natural o artificial será mayor cuanto más
se parezca a la esencia ideal. En la Edad Media esa idea se cristianizó y se
convirtió el mundo de las ideas en algo parecido al cielo. El neoplatonismo va
a ser básico en la consideración nueva del amor. Al defender la belleza de los
seres naturales como reflejo de la divina, el amor a lo individual nos lleva al
amor a Dios
La belleza se
basa en la armonía, el equilibro, la contención y la serenidad: herencia del
mundo clásico.
e) Religiosidad
El Renacimiento
se caracteriza por el desarrollo de una religiosidad
interior que se basaba en la pureza de las costumbres y relegaba a un segundo plano los ritos externos. El
humanista holandés Erasmo de Rótterdam
(1467-1536) fue el principal defensor de esta espiritualidad interior. En el
marco de esta mentalidad nueva surgió la Reforma
Protestante, que compartía la religiosidad interior y la libre
interpretación de la Biblia, pero que discrepaba abiertamente de la Iglesia
Católica en otros aspectos, cuestionando su poder tanto espiritual como
terrenal.
En respuesta a
la Reforma protestante, la Iglesia católica inició la Contrarreforma. A partir del Concilio de Trento (1545-1563), la
Inquisición española será inflexible y perseguirá todas las ideas consideradas
sospechosas. Así en 1558 se prohíbe a los españoles seguir estudios en
universidades europeas. Al año siguiente se publica el Índice de libros prohibidos. Comienza
entonces la censura de los libros, que tenían que pasar una serie de controles
antes de ser publicados. Los libros son vistos ahora como peligrosos medios de
difusión de ideas. Se persiguen con saña libros y pensadores.
2. LA LITERATURA RENACENTISTA.
RENOVACIÓN DE TEMAS Y FORMAS
2.1. Temas
a) Amor
El tema habitual
de la poesía renacentista es el amor, influido por la lírica del amor cortés,
cultivado por los trovadores, por la poesía petrarquista y la filosofía
neoplatónica, los poetas conciben ahora el amor como una virtud que hace
mejores a los seres humanos. Mediante al amor el hombre se eleva de lo material
a lo inmaterial, superando la sensualidad, que es pura “materia”, la
contemplación de la belleza femenina le permite llegar al conocimiento de la
Belleza Absoluta. La mujer se idealiza como reflejo de la belleza divina y es
descrita mediante metáforas y comparaciones basadas en los elementos de la
naturaleza[3].
Pero el amor se presenta también como un
intenso anhelo insatisfecho, fuente de melancolía y tristeza, y un doloroso
impulso lleno de espiritualidad. Se
profundiza en los sentimientos llegando a un fino análisis de los estados de
ánimo y se descubre la belleza del cuerpo humano.
b) Tópicos vinculados con el amor: Carpe diem y Collige, virgo,
rosas
La constatación
de que la juventud y la belleza son bienes fugaces y perecederos, se
manifiestan en dos aspectos: por una parte, se
intentar fijar la belleza y la juventud por medio del arte de tal forma
que persistan más allá de la muerte física y, por otra, se produce la aparición de los
tópicos Carpe diem y Collige, virgo, rosas. En ambos, el
poeta anima a una mujer joven y bella a que aproveche la juventud y la belleza
mientras éstas duren, ya que el tiempo de los placeres es muy breve. Se
identifica la juventud y la belleza con las estaciones (la primavera es la
juventud, el otoño o el invierno, la vejez) o con las flores, en especial la
rosa, cuya belleza dura poco.
c) Tópicos vinculados con la naturaleza: Locus amoenus
La Naturaleza,
olvidada durante la Edad Media, aparecerá en el Renacimiento bellamente
estilizada como reflejo de la Belleza divina y como marco de incidencias
amorosas, en armonía y reposo, que contrasta con su agitado espíritu. Esta
naturaleza descrita tiene una serie de características: arboleda, sombras,
corrientes de aguas cristalinas, flores, serenidad climatológica, prados de
hierba fresca…el tópico del locus amoenus, procedente de Virgilio.
d) Tópicos vinculados con la alabanza de la vida sencilla: Beatus ille y Aurea mediocritas
Fuera de la
literatura bucólica y pastoril, el campo y la aldea se contraponen a la ciudad
y la Corte, como un refugio de paz frente a los embates de la vida. El tópico
de la Aurea mediocritas (la feliz mediocridad) alaba la vida
moderada, alejada de las ambiciones y pasiones que sólo acarrean preocupaciones
e infelicidad. Junto a este tópico, el Beatus ille (Feliz aquel) muestra la
añoranza de la vida apartada del mundo, generalmente en contacto con la
naturaleza, lugar apropiado para encontrar la paz y la armonía.[4]
e) La mitología
Los mitos
sustituyen a las alegorías de la Edad Media y son utilizados en función de
temas no mitológicos, como símbolos de las fuerzas de la Naturaleza y de la
pasión amorosa. La principal influencia será de Ovidio con su obra las Metamorfosis.
f) La religiosidad
La paganización propia del primer Renacimiento se transforma
en religiosidad en época de Felipe II. Los temas siguen siendo el amor y la naturaleza, pero, ahora, los escritores
ascéticos y místicos los divinizan y los aplican a la exaltación del
sentimiento religioso.
2.2.Innovaciones
formales
a) Géneros literarios
El Renacimiento
supone una renovación: queda arrinconados muchos géneros medievales y aparecen
géneros más acordes con la nueva sensibilidad.
b) Nuevas estructuras métricas
La utilización
de los versos y las estrofas italianas por parte de Juan Boscán y Garcilaso de
la Vega supone el mayor cambio producido hasta hoy en la historia de la poesía
castellana. Se incorporaron el endecasílabo y el heptasílabo y nuevas estrofas
como el soneto[5],
la octava real, la lira[6],
la estancia[7],
la silva[8]
y el terceto.
3. PRINCIPALES POETAS RENACENTISTAS
3.1. Garcilaso de la Vega
3.1.1. Biografía
Nació en Toledo, en el seno de una familia noble. Fue
miembro de la corte de Carlos I, a cuyo servicio dedicó gran parte de su
vida. En 1526, tras su matrimonio con
Elena de Zúñiga, acudió a Granada a las bodas del emperador Carlos. Allí se
produjeron dos hechos fundamentales en su vida de poeta: el embajador italiano
Andrea Navagero le animó a él y a Juan Boscán a que compusieran versos al
estilo italiano y conoció a la mujer que inspiraría sus más bellos poemas: la
dama portuguesa Isabel Freire.
En 1529 realizó
su primer viaje a Italia, donde vivió el ambiente cultural renacentista. En
1531 y a causa de una desavenencia con el emperador fue desterrado primero a
una isla del Danubio y luego a Nápoles, donde entró en contacto con el
humanismo italiano.
En 1536, recuperado el favor del emperador, fue herido en el
asalto a la fortaleza de Le Muy en Provenza. Murió en Niza poco después.
3.1.2. Evolución poética de Garcilaso
Garcilaso de la Vega fue el prototipo del cortesano renacentista,
tal como lo había definido el italiano Baltasar Castiglione: muy culto,
elegante, valeroso y hombre de letras. Garcilaso vivió, como él mismo dice, “tomando ora la pluma, ora la espada”. Su escasa producción (cuarenta sonetos, cinco
canciones, tres églogas, dos elegías y una epístola) modificó el rumbo de la
lírica castellana y le otorgó su definitiva configuración hasta los tiempos
modernos.
La obra de Garcilaso arranca de la poesía cancioneril del siglo
XV. En su primera etapa Garcilaso cultivó una poesía arraigada en el
cancionero. En este período, junto con composiciones en octosílabos, practica
ya las formas italianas, pero sus versos carecen de elementos petrarquistas.
Sus poemas de esta época se caracterizan por el silencio intimista, la austeridad
imaginativa, la desatención de la naturaleza y, en general, de todo lo exterior
y que formalmente presentan artificios (juegos de palabras, derivaciones,
antítesis…) muy del gusto de la poesía cancioneril.
Al entrar en contacto con el ambiente cultural italiano, la
poesía de Garcilaso se adentró en el petrarquismo. Garcilaso imitó los
temas, el vocabulario, el estilo y el repertorio de imágenes de la belleza y
los elementos de la naturaleza empleados por Petrarca para retratar a la amada
y describir su vivencia amorosa. Además de Petrarca, el autor que mayor
influencia ejerció en la poesía de Garcilaso fue Sannazaro. La lectura de La Arcadia[9]
llevó al poeta toledano a incluir en sus composiciones pastores caracterizados
por su melancolía en un entorno idealizado. El contacto con el humanismo
fomentó también que Garcilaso leyera a los autores clásicos: Virgilio, Ovidio,
Horacio…
La obra de Garcilaso no es, sin embargo, una mera imitación.
Garcilaso tomó los materiales previos y los convirtió en su propia voz poética,
alcanzando una plenitud en la expresión raras veces conseguida.
3.1.3. Los
metros italianos
A Garcilaso se le puede considerar como el definitivo
adaptador de las formas italianas, introducidas por su amigo Juan Boscán.
Utiliza el endecasílabo italiano y las estrofas y recursos propios de la poesía
italiana (el soneto, el tercero, la canción, la lira..) en los que logra una
extraordinaria flexibilidad y armonía. Sus endecasílabos aportan a la lírica
española nuevas posibilidades sonoras gracias al juego de acentos.
3.1.4. Obra
Las Églogas condensan toda la riqueza de
su mundo poético y donde su sinceridad se aproxima a la confidencia, pese al
convencionalismo de la tramoya pastoril. Las tres Églogas fueron compuestas
durante su estancia en Nápoles y son composiciones líricas en las que unos
pastores exponen sus quejas amorosas en un entorno idealizado (locus amoenus).
La Égloga I contiene los monólogos de
los dos pastores, Salicio y Nemoroso. La voz de un narrador introduce las
tristes quejas de Salicio, rechazado por su amada Galatea. Nemoroso, por su
parte, Nemoroso, llora la muerte de su querida Elisa. En los personajes de
Salicio y Nemoroso se ha querido ver a Garcilaso y a Boscán, pero es más
probable que ambos sean el desdoblamiento del “yo” del poeta, que plantea así
el debate sobre qué pena de amor es más intensa: la del que es rechazado o la
del que ha perdido a su amada para siempre. El poema concluye en una atmósfera
de melancolía y de afirmación del “dolorido sentir” como condición de la
existencia humana.
Hay que resaltar la frecuencia de las exclamaciones y
preguntas, la hipérbole al tratar el proceso amoroso y la identificación de la
naturaleza con el sentimiento de dolor del poeta. Hay una mezcla de sincera
confesión y contención sobria y, a pesar
de lo convencional del artificio pastoril, se percibe en el poema la emoción y
la pasión de un amor vivido.
La Égloga II, se centra en el amor no
correspondido de Albanio hacia Camila. Albanio intenta suicidarse y relata sus
desventuras. Su amigo Nemoroso, además de referirse a sus experiencias
amorosas, elogia las hazañas del duque de Alba, protector del poeta.
La Égloga III describe un paisaje del
Tajo, bellamente idealizado, al que acuden cuatro ninfas que tejen en ricas
telas escenas mitológicas de amores trágicos (Orfeo y Eurídice, Dafne y Apolo,
Venus y Adonis) y la historia de la muerte de la ninfa Elisa, con lo que se
introduce la amada del poeta; en la segunda parte los pastores Tirreno y Alcino
cantan sus respectivos amores.
Esta Égloga —escrita
en octavas reales— sobresale por la soltura en el uso de los recursos
literarios, por su perfecta estructura y, si la comparamos con las otras dos,
por un mayor distanciamiento y convencionalismo en la expresión del sentimiento
amoroso.
Los treinta y ocho sonetos de Garcilaso
desarrollan básicamente el sentimiento amoroso.
Se trata de un amor neoplatónico en el que no falta la indiferencia de
la dama, el dolor del amante, la esperanza y la desesperanza. Garcilaso habla del amor que siente por una
mujer, Elisa, que es la inspiradora de la mayor parte sus versos. Está imitando
en esto a Petrarca, cuya amada se llamaba Laura: ambos, Garcilaso y Petrarca,
muestran su melancolía y analizan los sentimientos provocados primero por el amor
no correspondido y luego por la muerte de la amada. De la dama se describen
pocos rasgos físicos; en cambio, el mundo interior del poeta, marcado por el
sufrimiento y la alegría del amor, es analizado muy a fondo. En sus poemas de
madurez aparece ya la nueva sentimentalidad renacentista, suave y melancólica.
3.1.5. Estilo de
Garcilaso
El estilo de Garcilaso responde a los ideales renacentistas
de naturalidad y elegancia. Su lenguaje es sencillo y el tono de su poesía es
dulce, triste y melancólico, como revelan los adjetivos antepuestos, uno de los
rasgos más característicos de su estilo: dulces prendas, dulce nido, triste
canto, triste y solitario día, cansados años… A este tono contribuye también la
novedosa métrica, con predominio del endecasílabo, verso muy musical por la
combinación de acentos y rimas; musicalidad a la que contribuyen también las
aliteraciones, los hipérbatos, etc.
3.2.
Fray Luis de León (1527-1591)
3.2.1. Biografía
Nació en Belmonte (Cuenca) en 1527, de padres con ascendientes
judíos. Muy joven ingresó en la orden de los agustinos y estudió en Salamanca y
Alcalá. Fue catedrático de Teología en la universidad de Salamanca. Su
carácter, justo, pero agresivo, le granjeó numerosos adversarios, los cuales,
con el pretexto de que había desobedecido un acuerdo del Concilio de Trento al
traducir el bíblico Cantar de los
Cantares, lo denunciaron. Estuvo, por ello, preso durante casi cinco años
en Valladolid. Al recobrar la libertad, es fama que reanudó sus explicaciones
con estas palabras: “Decíamos ayer…”
Volvió a ser amonestado por sus continuos enfrentamientos en el claustro de
profesores. Dejó la cátedra para desempeñar altos cargos en su orden, y murió
en 1591.
3.2.2. Obra poética[10]
Fray Luis de León es uno de los mayores
poetas de todos los tiempos. Sus versos no se publicaron en vida[11].
La primera edición de su poemas la hizo Quevedo en 1637; la publicó para
oponerse a las nuevas corrientes poéticas que Góngora estaba imponiendo.
La obra poética de Fray Luis es escasa:
no llegan a cuarenta los poemas que compuso. Además, tradujo en verso
castellano textos latinos, italianos y bíblicos (fue un gran hebraísta).
Su poesía se caracteriza por la
asimilación de los clásicos, de la Biblia y de la corriente poética
italiana—usó el endecasílabo y la lira—, sin olvidar la tradición española y
todo esto hermanado con la sinceridad en la expresión apasionada de sus anhelos
más íntimos, la sensibilidad ante la naturaleza, la emoción poética, el fervor
religioso y un estilo cuidado, aunque sobrio y natural.
Este estilo es, lógicamente,
deudor de las tradiciones literarias de las que parte. Su poesía es sencilla
sólo en la apariencia, ya que, aunque siempre dentro de la norma renacentista
de la elegancia y de la naturalidad, su estilo es muy elaborado, como prueba el
uso de muchas figuras retóricas: asíndeton, polisíndeton, hipérboles,
aliteraciones, hipérbatos, encabalgamientos abruptos, metáforas,
personificaciones, etc. Un rasgo peculiar de su poesía es que muchos de sus
poemas están dirigidos a una segunda persona. Ello explica el carácter
conversacional que suelen tener: abundan las enumeraciones, las exclamaciones e
interrogaciones retóricas, las exhortaciones…
Los temas de sus poemas son la
naturaleza, la añoranza del campo y de la vida tranquila, el gusto por la noche
y por la música. Estos temas proceden de la tradición clásica y neoplatónica:
el beatus
ille, es decir, la búsqueda de la “descansada vida” y el alejamiento
del “mundanal ruido”; la contemplación de la noche estrellada ; la armonía
universal sentida al escuchar las notas musicales; el dominio de las pasiones;
la exaltación de la virtud. El deseo de
armonía y la tranquilidad lo llevan a añorar la soledad, la “vida retirada”
cantada por los poetas clásicos paganos; pero, como cristiano, anhela la vida
del cielo como suprema liberación,
3.3. La mística española: San Juan de
la Cruz
3.3.1. La mística española
Existen en la segunda mitad del siglo XVI y en el XVII dos
variedades de literatura religiosa:
a) La ascética (etimológicamente,
ejercicio), que trata del esfuerzo que el hombre ha de realizar para alcanzar
la perfección moral y acercarse a Dios.
b) La mística (etimológicamente, sabiduría
secreta), que intenta describir el don gratuito que Dios concede a algunas
almas al fundirse con ellas y llenarlas de su amor. El proceso místico por el
que el alma se funde con Dios atraviesa tres fases o vías:
- Vía purgativa: por la cual el hombre
se libera del pecado mediante la penitencia y la práctica de la virtud.
- Vía iluminativa: mediante la cual el
alma se somete a Dios, renuncia a la razón y a la inteligencia humanas y recibe
una sabiduría especial que la ilumina. La culminación de la unión mística es el
éxtasis, que supone la anulación total de los sentidos y un sentimiento tal de
felicidad y gozo que es inefable, no puede expresarse con palabras.
- Vía unitiva: que supone la fusión,
la unión mística entre el alma y Dios.
Las dos primeras son comunes a ascetas y místicos; a la
tercera sólo llegan almas privilegiadas, los místicos, por una gracia
especialísima de Dios.
Las figuras más representativas de la mística española son Teresa
de Jesús y Juan de la Cruz.
3.3.2. San Juan de la Cruz (1542-1591)
Nació en Fontiveros (Ávila) en 1542. Ingresó muy joven en la
Orden del Carmelo que estaba empezando a reformar santa Teresa. Debido a esta
reforma, en la que san Juan colaboró, surgieron disensiones en el seno de la
Orden, que supusieron incluso la prisión para el santo. Cursó estudios
superiores en Salamanca, donde tuvo como maestro a Fray Luis de León. El último
periodo de su vida transcurrió en Andalucía, desempeñando cargos importantes en
su orden y continuando su labor reformadora. Murió en Úbeda (Jaén) en 1591.
3.3.2.1. Obra poética
Juan de la Cruz no tuvo un definido propósito literario, sus
poemas son expresión personal de sus vivencias y textos edificantes para beneficio espiritual de sus compañeros de
orden. Por tanto, sus motivaciones son más religiosas que artísticas; sin
embargo, es tal su sensibilidad y el dominio de la expresión poética que, como
dice Dámaso Alonso, su obra parece tocada por el “ala del prodigio”.
Su obra en verso se puede dividir en dos partes:
a) Una primera de tipo tradicional, en la que
emplea el octosílabo y cuyos modelos son los cancioneros y la poesía popular de
villancicos y romances.
b) Otra, de influencia italiana, en la que
usa sobre todo el endecasílabo y, con sentido religioso, desarrolla el tema
bucólico con expresión procedente de Garcilaso. Estas composiciones constituyen
su poesía mística y representan la cumbre de su obra. Tres son estos poemas
mayores: Noche oscura del alma, Cántico espiritual y Llama de amor viva. Los dos primeros están escritos en liras
garcilasianas y el tercero en estrofas de seis versos.
Cántico espiritual (1577), sigue de cerca el Cantar de los cantares bíblico. Es un
diálogo entre la Amada —el alma— y el Amado
—Dios—, a quien ella ha buscad a través de valles y montañas hasta
encontrarlo y celebrar la unión mística
con el Amado.
El poema se puede interpretar como una representación de las
vías místicas. En las dos primeras estrofas aparece la vía purgativa, en las
nueve centrales, la iluminativa y en las restantes, la unitiva.
Noche oscura del alma (1584) expone, bajo la forma de una alegoría, el
caminar del alma hasta su unión con Dios. Elige como fundamento alegórico una
situación amorosa humana: la amada (el alma) sale “a oscuras y segura” a encontrarse con el Amado (Dios). En este
poema, la noche se transforma en luz, una vez que ha guiado a la Amada hasta el
Amado, y se establecen relaciones con las ideas espaciales: arriba (lo divino)
/ abajo (lo humano).
Llama de amor viva (1584) es un poema de cuatro estrofas en el
que, sin aludir a las dos primeras vías, se centra exclusivamente en las
sensaciones amorosas que expresa la
Amada en la unión con Dios, el éxtasis místico.
3.3.2.2. Temas
Muchos de los temas de estas composiciones proceden de la
filosofía neoplatónica y de la literatura religiosa anterior: el amor que saca
de sí al enamorado y lo transporta a la unión con Dios, la luz como
representación de la divinidad, etc. La poesía bíblica del Cantar de los cantares y la poesía tradicional le proporcionan
diversos motivos amorosos. Pero, aunque los poemas de Juan de la Cruz pueden
entenderse como poesía amorosa, es indudable que, según fueron leídos desde su
época, y tal como él mismo explicó en sus comentarios en prosa, estos textos
van más allá del evidente contenido erótico y tienen un significado espiritual.
Al intentar explicar sus sentimientos al producirse la unión mística con Dios,
San Juan se ve obligado a recurrir a la comparación con el amor humano. En
realidad, esto ya se hacía así en el mismo Cantar
de los cantares, en el neoplatonismo y a lo largo de la Edad Media.
3.3.2.3. Influencias
La poesía de San Juan es un buen ejemplo de la lírica de su
tiempo. Tres son las influencias principales en sus versos:
1) La poesía culta renacentista a la manera italiana: empleo
del endecasílabo y la lira, uso de determinadas imágenes.
2) La lírica castellana tradicional: temas, vocabulario,
formas, motivos, estribillos…
3) La poesía bíblica del Cantar
de los cantares.
3.3.2.4. Estilo
En la poesía de San Juan predomina el sustantivo y escasean
verbos y adjetivos. Además, los pocos adjetivos que utiliza aparecen seguidos y
pospuestos, en vez de antepuestos como sucedía en Garcilaso. En el léxico
conviven las palabras populares con las cultas de origen latino o bíblico.
San Juan intenta expresar sus experiencias místicas por
medio del lenguaje humano, que le resulta muy
limitado. Por ello, utiliza recursos literarios como la reiteración, la
intensificación, —“en soledad vivía / y
en soledad ha puesto ya su nido…”— ; el oxímoron —“música callada, soledad sonora”—; el hipérbaton inusitado —“y miedos de la noche veladores”— ;
exclamaciones afectivas; la concentración acumulativa —“a las aves ligeras/ leones, ciervos, gamos saltadores/ montes, valles,
riberas…”—; también las metáforas, alegorías, comparaciones, paradojas,
apóstrofes, etc. son recursos magníficamente utilizados por el poeta.
Hay que destacar la facilidad de San Juan para escribir
versos que sugieren las cosas que describen — “un no sé qué que quedan balbuciendo…”—.
4. LA NARRATIVA RENACENTISTA
En el siglo XVI, los relatos todavía suelen ser cortos y se
incluyen dentro de otras obras, sin tener autonomía. No se puede hablar de
novela en el sentido moderno. La palabra novela, de origen italiano, se utiliza
para referirse a narraciones breves, como las Novelas ejemplares de Cervantes.
Los relatos más extensos se denominan de modo muy variado.
Siguen editándose y siendo muy leídos durante todo el siglo
XVI los libros de caballerías y las novelas sentimentales del XV. Pero aparece
nuevos géneros narrativos:
4.1.
Los libros de pastores o novelas pastoriles
Relacionadas con el éxito de la literatura bucólica en otros
géneros como la lírica (églogas de Garcilaso) o el teatro (églogas de Juan del
Encina). Las novelas pastoriles presentan la vida rústica en una naturaleza
idealizada en donde se desarrollan historias de amor entre pastores. Las obras
pastoriles más destacadas son Los siete
libros de la Diana de Jorge de Montemayor y la Diana enamorada de Gaspar Gil Polo.
Importantes autores escribe también novelas pastoriles: Cervantes
escribió La Galatea y algunos
episodios del Quijote recrean el
mundo pastoril. Lope de Vega escribió La
Arcadia.
4.2.
Las novelas moriscas
En un ambiente exquisito, se produce en ellas la
idealización del moro, de forma parecida a la idealización de los pastores en
las narraciones pastoriles. El cercano mundo morisco, con sus costumbres
diferentes, proporciona a los escritores material novelesco y poético, pero con
un toque exótico muy apropiado al relato realista.
La primera novela morisca es la breve Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, de autor
desconocido. Mucho más extensas son las Guerras
civiles de Granada, de Ginés Pérez de Hita. Grandes escritores intercalaron
relatos moriscos en sus obras mayores: Ozmín
y Daraja de Mateo Alemán, incluido en su Guzmán de Alfarache, y la Historia del cautivo del Quijote cervantino.
4.3. Otras novelas
Muy interesantes son también La lozana andaluza de Francisco Delicado, y El Patrañuelo de Juan de Timoneda.
La lozana andaluza, obra emparentada con La Celestina y publicada en Italia,
donde vivía Delicado, es una novela anticlerical y típicamente renacentista en
su exaltación de los sentidos y del erotismo.
El Patrañuelo es la primera colección española de
novelas cortas que imitan a las italianas.
4.4. Las novelas picarescas: Lazarillo de Tormes
4.4.1.
Aparición y triunfo del Lazarillo
En 1554
aparecieron simultáneamente, en Burgos, en Alcalá y en Amberes, tres ediciones
de la Vida de Lazarillo de Tormes y de
sus fortunas y adversidades. La obra tuvo un éxito fulminante, pero, cinco
años después, fue prohibida por la Inquisición. No obstante, siguió leyéndose
en ediciones clandestinas hechas en el extranjero. En 1573 volvió a autorizarse su impresión, pero suprimiendo
los tratados IV y V, y varias irreverencias de los demás. Hasta 1834 no volvió
a publicarse el texto completo en España.
4.4.2. Problemas
Rodean al Lazarillo múltiples problemas. Las
primeras ediciones conservadas son de 1554, pero ninguna de ellas es la fuente
de las otras y todas proceden de ediciones perdidas, no de manuscritos.
Probablemente, la primera edición sea de uno o dos años antes de las
conservadas y el libro se compuso en torno a 1550.
Se desconoce por
completo quién pudo ser el autor. Se ha atribuido a varios escritores (el
diplomático Diego Hurtado de Mendoza; el poeta y prosista toledano Sebastián de
Orozco, el fraile jerónimo Juan de Ortega,
el humanista Alfonso de Valdés… ) pero ninguna atribución ha podido
probarse resolutivamente. No hay constancia explícita de las razones que tuvo
el autor para ocultar su nombre, si bien se pueden intuir los motivos, dado el
carácter marcadamente anticlerical de la
obra. Se trata, en todo caso, de un escritor culto, pese al tono llano y
natural que emplea.
4.4.3. Originalidad novelesca del Lazarillo
Por primera vez
en la historia de la narrativa europea, hallamos en el Lazarillo el mundo de la realidad contemporánea convertido en
materia de un relato. Y, por tanto, también por primera vez, se hace
protagonista de un relato a un personaje de condición humildísima, que va
construyendo su vida a golpes con la adversidad. Nada más lejos de los héroes
de los relatos anteriores: caballeros andantes, gentiles guerreros, aventureros
intrépidos, refinados pastores… Lázaro de Tormes sufre hambre, engaños, burlas
y explotación. Es historia del proceso “educativo” para la deshonra y la
vileza, que Lázaro aceptará al final, y que es interpretable como una amarga
queja del autor contra una sociedad que impedía salir de su miseria a los
desheredados.
La crítica
literaria reconoce el Lazarillo como
la primera novela moderna. La novela, en efecto, género literario de la
modernidad, se caracteriza, en su diversidad de variedades por dos rasgos
fundamentales: la acción transcurre en tiempo y lugares concretos y la vida de
los personajes se va modificando según los azares de su vida. Estos dos rasgos
están presentes en el Lazarillo.
El Lazarillo inaugura además un nuevo tipo
de novela, la picaresca, que alcanzará sus rasgos definitorios con Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo
Alemán:
1) Es el relato
de una autobiografía ficticia, por
tanto en primera persona, de un personaje de orígenes miserables.
2) El
protagonista abandona el medio familiar siendo un niño y trabaja al servicio de varios amos.
3) El carácter picaresco del protagonista:
astuto, versátil, prudente y receloso. Es un personaje listo, sin oficio, que
urde tretas para robar o vivir a costa del prójimo, con escaso sentido moral y
que suele ser víctima de su propios ardides.
4) El
protagonista tiene afán de medro, es
decir, aspira a ascender socialmente y a mejorar su situación económica y su
puesto en la sociedad.
5) Explicación de un estado final de deshonor,
aceptado o superado, a partir del pasado del protagonista.
4.4.4. Argumento
Lázaro, un
personaje de baja clase social, nacido en una aldea próxima a Salamanca, hijo
de padres sin honra, cuenta su vida, en primera persona, por medio de una
carta, a un noble y desconocido señor, a
quien se dirige en el prólogo con el tratamiento de “vuestra merced”, para
explicarle los detalles de un “caso”, que no
es otro que la explicación de los rumores sobre las posibles relaciones
de la mujer de Lázaro con el Arcipreste de San Salvador. Para ello, Lázaro
habla de su vida desde su nacimiento y cuenta cómo, desde niño, sirve
sucesivamente a un ciego astuto y miserable, a un clérigo avaro, a un escudero
pobre y preocupado por su honra, a un fraile de la Merced, a un farsante
vendedor de bulas y a un alguacil. La novela termina cuando Lázaro, a los
veintitantos año y en Toledo, se casa, de modo deshonroso, con la criada del
Arcipreste de San Salvador. La gente murmura que la boda ha sido un “apaño” y
que la mujer de Lázaro es la amante del Arcipreste. Aunque Lázaro lo niega
todo, ciertas afirmaciones suyas no dejan lugar a dudas, y él justifica su vida
actual porque en ese momento él se encontraba “en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna”.
4.4.5. Estructura
La novela es un
relato de corta extensión escrito en forma autobiográfica, que consta de un
prólogo donde se indica que toda la novela es una carta dirigida a “vuestra
merced” y siete capítulos a los que el autor denomina “tratados”. Estos siete
tratados pueden dividirse en dos partes:
a) Los tres
primeros tratados muestran el aprendizaje de Lázaro en la adversidad y están
dominados por la crueldad de los amos y por el hambre.
b) Los tratados
IV, V, VI y VII exponen cómo Lázaro empieza a mejorar su nivel de vida; ha
aprendido lo suficiente para sobrevivir, lo que explica que consienta las
relaciones adúlteras de su mujer con el arcipreste, pues este le ha
proporcionado un modesto empleo. El último tratado revela que el propósito de
la carta dirigida a “vuestra merced” es explicar el “caso”, es decir, las
habladurías en torno a las relaciones de
la mujer de Lázaro con el arcipreste de San Salvador.
Muchos de los
elementos que aparecen en la obra proceden de la tradición folclórica.
Cuentecillos y personajes como la pareja del ciego y del mozo son habituales
del folclore popular. Lo novedoso en el Lazarillo es que su autor no se limita
a ensartar anécdotas, sino que crea un relato compuesto por una serie de
episodios perfectamente organizados gracias a la autobiografía y a la epístola:
todos los elementos adquieren un sentido porque forman parte de la historia de
la vida de un personaje contada por el mismo (autobiografía) siguiendo el
modelo de una larga carta (epístola) dirigida a un desconocido vuestra merced.
4.4.6. Espacio y tiempo en el Lazarillo
El espacio de la
novela no es el anacrónico de los libros de caballerías, ni el arcádico de la
novela pastoril, tampoco se sitúa en el viaje por tierras lejanas como en la
novela bizantina. El Lazarillo se
localiza en un espacio urbano, que facilita la práctica de comportamientos
irregulares.
En cuanto al
tiempo ya se ha señalado que en el Lazarillo
se producen desfases entre el tiempo que duran los hechos narrados y el que
dedica el narrado, Lázaro adulto, a narrarlos. La infancia de Lázaro, hasta los
doce años, ocupa solo unos pocos párrafos. Sin embargo, al corto periodo que
pasa con el ciego se le dedican bastantes páginas, así como su estancia de seis
meses con el escudero. Con este último es significativa la extensión
adjudicada, al principio del tratado III, al tiempo que transcurre desde la
mañana hasta la hora de “comer”. Indudablemente, el narrador-protagonista
selecciona los acontecimientos que considera relevantes para la explicación del
“caso”.
4.4.7. Temas
Los temas fundamentales del Lazarillo son la honra y la religión:
a) Honra: La honra dependía
de la consideración que los demás tuvieran acerca de una persona, y era un
fenómeno típico de la época. El Lazarillo
comienza y concluye con un caso de honra (el “caso”) y en el tratado III
constituye el asunto principal, encarnado en la figura del escudero. El
protagonista habla de su situación final como un éxito —“la cumbre de toda buena fortuna”—, pero en realidad, sólo ha
conseguido una aceptable tranquilidad económica y una vida aparentemente
honrada.
b) Religión: Cinco de los
amos de Lázaro pertenecen al estamento eclesiástico, en general a sus estratos
interiores. Todos ellos se mueven por avaricia o por lujuria y todos explotan a
Lázaro. Las citas de los Evangelios o las alusiones a cosas sagradas en
contextos burlescos, añaden al anticlericalismo de la obra ciertos detalles
irreverentes.
4.4.8. La ironía y la
crítica social en el Lazarillo
La ironía sólo se percibe atendiendo al
contexto y depende de las intenciones del emisor y de la capacidad de
interpretación del interlocutor, que infiere que el primero quiere decir algo
diferente de lo que literalmente dice. En el Lazarillo, todos llegan a ser
irónicos: narrador, personajes y autor.
En numerosas ocasiones, el narrador
protagonista dirige la ironía hacia sí
mismo. Por ejemplo, cuando el escudero le dice que para vivir mucho lo
mejor es comer poco, piensa: “Si por esa
vida es —dije entre mí—, nunca yo moriré, que siempre he guardado esa regla por
fuerza, y aún espero, en mi desdicha, tenerla toda mi vida”.
La ironía de los amos tiene como
destinatario al propio Lázaro. El ciego, por ejemplo, dirá a Lázaro cuando le lava con vino las heridas
que le ha hecho propinándole un jarrazo: “Lo
que te enfermó te sana y da salud”. O el clérigo de Maqueda quien, al darle
los huesos que él ha roído antes, le dice: “Toma,
come, triunfa, que para ti es el mundo”. O el escudero que, al encontrarse
con Lázaro y ofrecerle trabajo le dice: “Pues
vente tras mí, que Dios te ha hecho merced en topar conmigo; alguna buena
oración rezaste hoy”, sabiendo que, con él, Lázaro pasará hambre.
Por último, el
autor dirige su ironía hacia Lázaro
adulto. Al comenzar el relato dice: “Yo
por bien tengo que cosas tan señaladas y por ventura nunca oídas ni vistas”,
donde señaladas no tiene el sentido
elogioso de “famosas” sino que se refiere a “comentadas, criticadas”.
La novela es,
por otra parte, una dura crítica de la
sociedad de su tiempo, tanto que los comportamientos de los personajes,
siempre hipócritas e interesados, como del sistema social que los obliga a ser
así. Dos mitos centrales de la España del XVI son el objeto central de esa
crítica: la obsesión por la honra y la religiosidad. Por un lado, el episodio del escudero pone en
evidencia la falsedad del sentimiento del honor de la nobleza. Por otro, la
mayor parte de los amos de Lázaro son clérigos y todos explotan, más o menos
cruelmente al muchacho. El anticlericalismo de la obra es, pues, evidente. Si
la nobleza y la Iglesia son satirizadas, tampoco otros estamentos se libran de
la censura del autor anónimo: la justicia o los miliares, por ejemplo, son
también criticados.
En la novela no
aparecen valores como el amor o la amistad, predominan la ambición, la
avaricia, el dinero, el provecho propio, las apariencias, la astucia, el
cinismo… El autor del Lazarillo pone así al descubierto la cruel vida española
de mediados del siglo XVI.
4.4.9. El lenguaje del Lazarillo
El Lazarillo está escrito en un lenguaje
llano, sin artificios, directo. Los personajes se expresan de acuerdo con su
condición individual y se ajustan a lo que pide el momento: júbilo, tristeza,
cólera, etc. El uso de refranes, modismos, el vocabulario mismo, guardan
relación con el estrato social al que pertenece el protagonista narrador. La
frase corta, pero vivamente expresiva y ágil, o extensa, según la función
narrativa que realice, y la precisión en captar, a veces con un toque de ironía
o humor lo esencial y revelador, manifiestan un dominio del lenguaje y del arte
de narrar.
Destaca
especialmente el sentido del humor, con el empleo humorístico de algunos
pasajes del Evangelio o con el uso de juegos de palabras, como cuando Lázaro
habla del ciego: “este me dio la vida y,
siendo ciego, me alumbró y adentró en la carrera de vivir”; o cuando habla
de sí mismo: “Lázaro, lacerado”. Para
conseguir el efecto irónico, se recurre al diminutivo y a la antítesis: “Fue tal el golpecillo que me tuvo fuera de
mí por espacio de tres días” o “No
era yo señor de asirle una blanca todo el tiempo que con él viví o, por mejor
decir, morí”.
5. MIGUEL DE CERVANTES (1547-1616)
5.1. Biografía
Nació Cervantes
en 1547 en Alcalá de Henares. En 1570 marchó a Italia y quedó impresionado por
su arte, su literatura y su vida.
Participó como soldado en la batalla de Lepanto y permaneció como militar en
diversos lugares italianos. Cuando regresaba a España, en 1575, fue apresado
por los turcos y conducido a Argel. Allí permaneció cautivo durante cinco años.
Rescatado, volvió a España, donde llevó hasta el final de sus días una vida
difícil y azarosa (fue excomulgado y encarcelado varias veces). Vivió en
Esquivias (Toledo) en diversos lugares de Andalucía, en Valladolid y en Madrid,
donde murió el 23 de abril de 1616.
5.2. Obra
Cervantes fue
poeta, dramaturgo y novelista.
5.2.1. Cervantes, poeta
Como poeta,
debió de escribir bastantes poemas de carácter culto, pero muchos se han
perdido. Sólo publicó una obra en verso, El
viaje del Parnaso (1614), en la que presenta en conflicto a los buenos y
malos escritores.
5.2.2. Cervantes, dramaturgo
Como dramaturgo,
escribió Cervantes numerosas obras, de
las que conservamos más de una decena de comedias y ocho entremeses. Sus
comedias, de muy diversos temas, siguen las normas clásicas y se distinguen por
ello de las que triunfan en la época. Títulos de comedias cervantinas son Los baños de Argel, El rufián dichoso,
Pedro de Urdemalas, La casa de los celos… Su única tragedia conocida es La Numancia.
Muy interesantes
son sus entremeses, certero retrato de las clases populares de la época.
Partiendo de Lope de Rueda, Cervantes hace más complejos a los personajes y
dignifica al simple o bobo, personaje básico del entremés. La construcción de
las piezas y la trama argumental son también más sólidas. Entre los más famosos
entremeses cervantinos, figuran El
retablo de las maravillas, La elección de los alcaldes de Daganzo, El viejo
celoso, El rufián viudo…
5.2.3. Cervantes, novelista
Cervantes
sobresale especialmente como novelista. Escribe novelas de casi todos los tipos
conocidos en su tiempo.
Su primera
novela, La Galatea (1585), desarrolla
el tema de los amores entre pastores y contiene, como es habitual en las obras ce Cervantes, comentarios de
crítica literaria, juicios teóricos, etc.
Su última
novela, El Persiles, publicada
póstuma en 1617, es una novela bizantina. Las novelas bizantinas eran novelas
de amor y de aventuras, donde los enamorados protagonistas, tras pasar por
diversos lugares y peripecias, terminan felizmente su viaje. Cervantes sigue de
cerca este modelo, pero procura que los hechos narrados resulten creíbles.
Si no hubiera
escrito el Quijote, es muy posible
que Cervantes hubiera pasado a la historia literaria por ser el autor de las Novelas ejemplares. Esta colección de
doce relatos cortos fue publicada en 1613. Cervantes es el primero que compone
estos relatos al modo italiano con argumentos originales. El adjetivo
ejemplares del título expresa su conexión con el género de los ejemplos
medievales: se presenta una historia breve de la que se extrae una moraleja.
Pero no todos estos relatos tienen una ejemplaridad moral, sino que son modelos
o ejemplos de creación literaria.
Suelen agruparse
las Novelas ejemplares en dos conjuntos: las novelas realistas y las novelas
idealistas.
a) Novelas
realistas: Rinconete y Cortadillo, El
licenciado Vidriera, El celoso extremeño, El casamiento engañoso y El coloquio de los perros.
b) Novelas
idealistas: El amante liberal, La
española inglesa, La fuerza de la sangre, Las dos doncellas y La señora Cornelia.
Combinan rasgos
de ambos grupos las dos restantes: La
gitanilla y La ilustre fregona.
5.3. El Quijote
5.3.1.
Edición de la obra
La novela más célebre de Cervantes se
publicó en dos partes:
a) Primera
parte. Apareció en 1605 con el título El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha; consta de un prólogo, de poemas burlescos iniciales y finales y
de cincuenta y dos capítulos agrupados en cuatro partes.
b) Segunda
parte. Se publicó en 1615, con un cambio en el título: El ingenioso caballero don
Quijote de la Mancha; se compone de un prólogo y de setenta y cuatro
capítulos, sin división en partes.
Un año antes, en 1614, había aparecido
el Segundo
tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, firmado por Alonso
Fernández de Avellaneda. En el prólogo de este Quijote apócrifo se insultaba a Cervantes; éste respondió en el
prólogo de la segunda parte de su libro, e incluyó, dentro de la ficción misma,
numerosas referencias a la falsedad de la novela de Avellaneda.
5.3.2.
Estructura de la novela
La materia narrativa se encuentra
dividida en las dos partes en que está escrito el Quijote, pero la estructuración del relato está determinada por las
andanzas de don Quijote: las salidas de su casa y de su pueblo por tierras de
La Mancha, Aragón y Cataluña en busca de aventuras.
El Quijote desarrolla una acción
principal organizada en tres salidas:
la primera y la segunda se narran en la primera parte; la tercera abarca toda
la segunda parte.
El esquema
narrativo básico de cada salida es el siguiente:
a) Salida
de la aldea: La primera vez don Quijote deja su casa solo; en las otras dos
le acompañará su fiel escudero Sancho Panza; en los preliminares de la tercera
salida aparece el bachiller Sansón Carrasco, que irá en su busca y le causará
su última derrota.
b) Serie
de aventuras: Las aventuras del caballero se suceden también de un modo semejante:
don Quijote se enfrenta con la realidad porque la percibe deformada (molinos=
gigantes) y fracasa, además de recibir con frecuencia golpes y palos. En la
tercera salida hay un cambio: el protagonista ya no se equivoca, sino que los
demás desfiguran la realidad por su conveniencia o para divertirse a su costa.
c) Regreso
a la aldea: Las tres salidas concluyen con el regreso a casa de don
Quijote: las dos primeras, en condiciones penosas; la última, para morir.
El camino
desempeña un papel fundamental, pues favorece el encuentro con personas de todo
tipo y estrato social. Los encuentros de los protagonistas con otros personajes
originan episodios ajenos a la acción central, con la cual se relacionan de
diverso modo.
Las historias intercaladas destacan por su variedad formal y responden
a los estilos de la narrativa anterior: novela pastoril, sentimental, morisca,
de aventuras y novela corta de tipo italiano. Cervantes justificó su presencia
para que no faltase variedad a su novela, pero en la segunda no incluyó
novelas, sólo algún episodio que enlaza con el eje argumental.
5.3.3. Argumento
a)
Primera parte:
El
caballero manchego don Alonso Quijano, llamado por sus convecinos el Bueno,
enloquece leyendo libros de caballerías. Concibe la idea de lanzarse al mundo,
con el nombre de don Quijote de la Mancha, guiado por los nobles ideales la
caballería. Con armas absurdas y un viejo caballo, Rocinante, sale por La
Mancha y se hace armar caballero en una venta que imagina ser un castillo,
entre las burlas del ventero y de las mozas del mesón. Libera a un muchacho a
quien su amo está golpeando por perderle las ovejas (pero apenas se marcha,
prosigue la paliza). Unos mercaderes lo golpean brutalmente; un conocido lo
recoge y lo devuelve a su aldea. Ya repuesto, convence a un rudo labrador,
Sancho Panza, ofreciéndole riquezas y poder, para que lo acompañe en sus
aventuras. Y siempre sale mal parado: lucha contra unos gigantes que no son
otra cosa que molinos de viento; es apaleado por unos arrieros; da libertad a
unos criminales, que luego lo apedrean, etc. Sus amigos, el Canónigo y el
Barbero, salen en su busca y lo traen engañado a su pueblo, metido en una
jaula.
b)
Segunda parte:
Don
Quijote, obstinado en su locura, sale otra vez acompañado de Sancho Panza. En
sus correrías por tierras de Aragón, llegan a los dominios de unos Duques, que
se burlan despiadadamente de la locura del señor y la ambición del criado.
Mandan a este como gobernador a uno de sus estados; Sancho da pruebas de un
excelente sentido, pero cansado de la vida palaciega, organizada en son de
burla por los Duques, se vuelve a buscar a don Quijote. Tras constantes
aventuras, marchan a Barcelona, y allí es vencido por el Caballero de la Blanca
Luna, que es su amigo Sansón Carrasco disfrazado así para intentar que don
Quijote recobre su cordura. Sansón Carrasco, vencedor, le impone la obligación
de regresar a su pueblo. El caballero, física y moralmente derrotado, vuelve al
lugar y allí muere cristianamente después de haberse curado de su locura.
5.3.4.
Espacio
Los protagonistas se desplazan por los caminos y pasan por distintas
localidades pero, aunque se citan algunos lugares, no se una información geográfica detallada. Las
descripciones físicas son imprecisas y se limitan a lo más importante.
En la primera parte los protagonistas
recorren La Mancha hasta Sierra Morena; cuando se detienen, la venta se convierte en un núcleo
espacial, lugar de paso donde se mezcla gente de distintos grupos sociales.
En la segunda parte, los personajes se
desplazan por Aragón y Cataluña y son menos “andantes”, pasan más tiempo
detenidos. El espacio más importante es el palacio
de los duques, donde se relacionan con la alta nobleza, que ha leído la primera
parte de la obra y trama una serie de burlas para entretenerse y divertirse a
su costa. Don Quijote se siente tratado como un caballero y, por primera vez,
amo y escudero se separan.
5.3.5.
Tiempo
La narración es cronológica y lineal: el caballero sale un día de julio de un
cierto verano y en ese mismo verano (por licencia poética, demasiado largo)
ocurren las tres salidas y su muerte.
Las alusiones temporales a lo largo de
la obra son escasas e incoherentes. Estos disparates cronológicos no afectan a
la progresión regular del relato que percibe el lector: el período que abarca
la historia comienza con la locura del protagonista y acaba, poco tiempo
después, con su muerte.
5.3.6.
Personajes
Los numerosos personajes que pueblan
las páginas del Quijote pertenecen a
todas las categorías sociales, desde las más altas a las más humildes.
Uno de los grandes valores de la novela
de Cervantes es la creación de la pareja protagonista. Los protagonistas, don
Quijote y Sancho, son dos figuras distintas y complementarias, que llegan a
hacerse amigos gracias al diálogo. Juntos recorren los caminos y se influyen
mutuamente: sus caracteres se van modificando por el hablar y el hacer de cada
uno. Sus relaciones cambian: de la autoridad de don Quijote y la obediencia de
Sancho, a la crítica y el enfrentamiento; pero los unen, como en la vida, la
amistad y la lealtad.
a)
Don Quijote
El personaje es descrito como alto y
delgado, viejo, colérico, culto y gran lector, soltero, solitario, valiente e
impulsivo. Hidalgo rural y pobre, su locura lo lleva a convertirse en
caballero.
El tema de la locura es central en la obra, ya que constituye la base del
conflicto permanente entre el héroe y la realidad que se le presenta. Quiere y
cree ser caballero andante, pero sabe que finge (“Yo sé quién soy”, dirá). La locura de don Quijote está limitada al
mundo de lo caballeresco; en los momentos en que no aparece este tema, el
protagonista es admirablemente cuerdo, generoso, culto, tolerante y mesurado,
como reconocen muchos de los que le tratan.
b)
Sancho
Representa al hombre llano, con una enorme
sabiduría popular, práctico y materialista. Es lo opuesto a su amo: bajo y
barrigudo, prudente, analfabeto, casado y pacífico. Acepta servir a don Quijote
por su simpleza y por la recompensa prometida de una ínsula. El personaje,
síntesis del tonto de la tradición folclórica, del bobo del teatro y parodia
del escudero de las narraciones caballerescas, se transforma durante la
narración en un ser complejo,
independiente, que duda y cree, miente y es engañado, ríe y llora, se muestra
discreto y tonto; pero es siempre bueno y compasivo.
En la novela cervantina se distinguen
un narrador básico o principal, distintos autores ficticios y varios
narradores-personajes:
a)
Narrador principal: Cuenta
desde un nivel superior y externo a la historia, es omnisciente y, en
ocasiones, usa la primera persona para designarse a sí mismo como responsable
directo de lo narrado
b)
Autores ficticios: El
narrador interrumpe el relato en un momento clave de un episodio ¾en plena pelea con un vizcaíno¾ y dice que aquí se acaba el documento
que le servía de base. Pero entonces, el narrador principal explica que,
casualmente, ha encontrado el texto original en árabe, de un tal Cide Hamete
Benengeli, y se lo hace traducir por un morisco aljamiado (que habla
castellano) con lo que puede continuar la narración. Todo esto constituye una
parodia de los pseudoautores y traductores que aparecían en las novelas de
caballerías. Este artificio permite a Cervantes un alejamiento irónico, ya que
puede comentar su propia obra.
c)
Narradores-personajes: El
narrador principal cede la palabra a los personajes que cuentan relatos de
distinto tipo en los que desempeñan diferentes funciones. En las historias
intercaladas hay narradores-personajes que son simples testigos, otros que
participan en las historias contadas y algunos son sus protagonistas.
5.3.8.
Lenguaje y estilo
El lenguaje del Quijote es un acabado resumen de la variedad de estilos típica del
Renacimiento. En él se combina el estilo elevado con el propio de la parodia
burlesca, el habla culta con la popular ¾conformes ambas con la condición social
de los personajes¾, las disquisiciones eruditas con los refranes y dichos de
profundo saber popular, etc. Su dominio del castellano fue portentoso: utiliza
en sus obras más de doce mil palabras distintas, aspecto relevante, ya que una
persona culta puede utilizar entre cinco y seis mil.
Es significativa dentro de la obra la
presencia de recursos de la tradición
oral: la dualidad de los narradores, la ambivalencia del léxico, las
sonoridades y los ritmos, el uso de deícticos y el recurso al apóstrofe, la
proyección del gesto o de la imagen, la dramatización del retrato, los juegos
equívocos de la primera persona, la atención a las inflexiones de la voz, las
técnicas de puesta en escena, los incisos del narrador…
Cervantes contribuye con todo ello a
gestar un nuevo lector entendido y
cómplice, a quien dirige prólogos y preliminares que reclaman su
connivencia, que se deja llevar, pero no engañar, por tantos embaucadores
cervantinos maestros en el arte de hablar ¾Cide Hamete Benengeli, el ficticio y
burlón narrador arábigo que, supuestamente, escribe casi toda la novela¾. Estamos ya ante la creación del
lector moderno: un lector escéptico que erigirá la duda en sistema.
El propósito del Quijote es la parodia de los libros de caballerías, y como libro
casi exclusivamente cómico fue leído durante los siglos XVII y XVIII. Sin
embargo, desde el Romanticismo se interpreta la novela como la defensa de un
ideal en un mundo en el que los grandes ideales han perdido su sentido.
El Quijote
es también un libro de crítica y teoría literaria: no sólo los personajes
hablan constantemente de literatura, sino que el conjunto de la obra es en sí
mismo un ejercicio de experimentación literaria; en ella se encuentran relatos
de todo tipo (pastoriles, moriscos, cortesanos…), poemas, diálogos, etc.
Además, la novela cervantina retrata bastante fielmente la vida española de su
tiempo: por sus páginas desfilan grandes nobles poseedores de títulos; hidalgos
que desean recuperar una posición social digna, labradores ricos o míseros
labriegos, criados, curas, cabreros, presos, moriscos, etc.
6. EL TEATRO RENACENTISTA
Lucas
Fernández fue discípulo
de Juan del Encina y escribió varios dramas muy próximos todavía al teatro
medieval, como es el caso de su Auto de
la Pasión.
Gil
Vicente fue un escritor portugués que escribió
también en castellano. En su producción alternan las obras religiosas (Trilogía de las Barcas, Auto de la Sibila
Casandra) con las profanas (Don
Duardos). Características del teatro de Gil Vicente son la sátira de los
eclesiásticos,
la incorporación de elementos folclóricos y la gran calidad de las poemas y
canciones que se incluyen en sus dramas.
Bartolomé de Torres Naharro debe a su estancia en Italia el buen
conocimiento del teatro clásico y el renacentista. Dividió sus comedias en dos
tipos: las comedias a noticia y las comedias a fantasía. Las comedias a
noticia (Soldadesca y Tinellaria) tienen un carácter realista
y en las comedias a fantasía (Serafina e Himenea) se deja vía libre a la
imaginación. Rasgos generales de su teatro son la variedad de tipos y clases
sociales, su dominio del diálogo y de las técnicas dramáticas, su vitalismo y
el fuerte anticlericalismo.
6.2. Segunda mitad del siglo XVI:
Se produce la
consolidación del teatro, pero desaparecen de las obras los contenidos
satíricos por la presión que ejercía la censura de la Inquisición.
En esta segunda
mitad conviven muchos tipos de teatro. Junto al teatro religioso y profano, que
se representaba en las iglesias, palacios o en la calle en determinadas fiestas
religiosas, se desarrolla a lo largo del siglo XVI un teatro popular, representado
de forma rudimentaria en los pueblos o puesto en escena en los corrales de
comedias que van surgiendo en las ciudades más importantes.
Dentro de este
teatro sobresale la figura de Lope de
Rueda. Actor, director de escena y autor al mismo tiempo, escribió muchas
comedias en prosa al modo italiano, pero introdujo muchas novedades, como la
utilización de numerosos elementos cómicos para adaptar la comedia culta
italiana al ambiente popular en que se representaban las obras. Muy conocido
son sus pasos, breves piezas cómicas representadas en los entreactos de
las comedias, cuyo éxito popular se debe a su cercanía al folclore. Los pasos
de Lope de Rueda darán lugar a los entremeses, caracterizados por su brevedad,
su comicidad y el dominio del lenguaje.
En el
florecimiento del teatro español que lleva hasta Lope de Vega y los dramaturgos
del XVII tuvo gran importancia la actividad teatral en Sevilla y Valencia a
fines del siglo XVI. Los autores valencianos incorporaron a sus obras muchos
elementos (asuntos de la historia nacional, temas locales, tono costumbrista,
aproximación al gusto popular…) que después aprovechó Lope de Vega. Otros autores como el mismo Cervantes o Juan de la Cueva también contribuyeron al auge del teatro.
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